En este episodio de Lo Que Ale No Dijo reflexiono sobre lo que he aprendido como bailarina y consejera escolar: el problema nunca ha sido el baile, sino las estructuras que lo sostienen.
Hablamos de cómo la salsa y la bachata han normalizado la cosificación, la hipersexualización y dinámicas de poder que dañan a nuestra comunidad. Comparto por qué la prevención empieza en casa, cómo acelerar el proceso de aprendizaje puede dejar heridas físicas y emocionales, y por qué el respeto siempre debe ser el primer paso.
El respeto no es un detalle más: es la base de cualquier arte, comunidad y proceso humano.