¿Qué mano de escultor te habrá forjado que así dio a tu caída aire de vuelo y en tu belleza misma ha desmentido el canon que proclama el alto cielo?
Quisiéramos haberlo escrito nosotros,
pero se trata de Gonzalo Torrente.
¡Sin embargo!, y que lo tengan presente; que no habrá mayor lumbre ni aliciente, para vuestras tórridas conquistas,
que esta parábola nocturna y mandrágora,
a los pies de nuestra gente.