Dejar ir nuestra vieja naturaleza y abrazar la vida llevada por el Espíritu Santo puede ser un desafío, por decir lo menos. Pero eso es necesario como dijo Jesús: "El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por causa de mí, la encontrará". Esto significa que nosotros, como creyentes, ya no nos servimos a nosotros mismos, sino que estamos al servicio de nuestro Rey y nuestras propias agendas no tienen lugar en el Reino de Dios.