Si queremos estar seguros de que somos hijos de Dios y que estamos eternamente seguros, entonces recibir a Jesús en nuestras vidas es el camino que debemos tomar. Cuando una persona recibe genuinamente a Jesús la diferencia es muy evidente más allá de cualquier experiencia emocional. Pero recibir a Jesús requiere una fe verdadera y bíblica de que sin ella es imposible agradar a Dios. La buena noticia es que no tenemos que ganarnos a Jesús, simplemente decimos sí a Su invitación y luego nos preparamos para que comience la aventura.