En nuestras vidas como creyentes, a veces podemos sentirnos débiles en espíritu, lo que hace que nuestra fe se sienta como si estuviera fallando. Pero Dios no nos deja, sino que está esperando nuestro clamor a Él para que pueda traernos de regreso a ese lugar de paz con Dios. Entonces nuestras fuerzas se renuevan, o se hacen nuevas otra vez.